Movilización en el Dia contra la Tortura

Atala: Últimas Coberturas

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Sortu ha llamado a una concentración frente a la Delegación del Gobierno español en el día que Estrasburgo condena una vez más al Estado Español por la práctica de torturas.

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Sortu ha llamado a una concentración frente a la Delegación del Gobierno español en el día que Estrasburgo condena una vez más al Estado Español por la práctica de torturas.

El día 13 de febrero de 1981, moría en el Hospital Penitenciario de Carabanchel, Joseba Arregi, tras 10 días de salvajes torturas que destrozaron y desgarraron su cuerpo hasta la muerte. Latza izan zen. Oso latza.
Joseba fue torturado hasta la muerte, y esa muerte fue, además, condenada a la negación y al silencio. Porque esto es lo que se ha hecho durante años con la tortura, negarla, ocultarla, silenciarla y procurarle la impunidad necesaria para su pervivencia.
Como Joseba, cientos y cientos de personas han sido sometidas esta práctica criminal. También en Nafarroa. Aquí, cientos de hombres y mujeres navarras han sido objeto de tortura en comisarías y cuartelillos y sus denuncias y sus testimonios han sido acallados, silenciados y una y otra vez negados. Porque la tortura no existe, porque los y las torturadas no existen.
Pero sí existen, según los datos recogidos por Euskal Memoria en Nafarroa son más de 700. Personas con nombres y apellidos, caras, historias. Víctimas, a las que se les ha negado la realidad de lo que les ha ocurrido, a las que se les ha prohibido durante años y años la palabra. A las que, incluso, se les ha llegado a denunciar por haber alzado la voz. Es hora, sin embargo, de que esas voces se oigan, de que se les ponga altavoz. Es hora de que esas voces que, junto a las que hemos denunciado esta práctica atroz, rompan este terrible silencio impuesto durante décadas a base de negación e impunidad.

Porque la tortura tiene que pasar de la oscuridad a la luz, de la negación al reconocimiento, de la impunidad a la reparación. Porque es el derecho de las personas torturadas, pero también de toda una colectividad, de toda una sociedad. Conocer lo que ha pasado, reconocer lo que ha ocurrido, es un paso previo y fundamental para la reparación de estas víctimas. Las siempre negadas víctimas de la tortura. En el camino del reconocimiento y el de la reparación, junto con la puesta en marcha de mecanismos que garanticen que esto nunca pueda volver a ocurrir, son pasos esenciales a recorrer de normalización social y política que en Nafarroa queremos dar.

Pero claro, este reconocimiento no puede darse sin una mirada a la responsabilidad de quienes han querido, posibilitado y garantizado la impunidad de la tortura. Sin la asunción, en definitiva, de las responsabilidades políticas por esta práctica infame de tantos años.

Por eso el régimen se remueve incómodo cuando de tortura se trata, y por eso estamos hoy ante esta delegación del gobierno en Nafarroa.
Porque tan importante como el reconocimiento de la existencia y utilización sistemática de la tortura, es la asunción de la responsabilidad política por la misma, responsabilidad que no hay duda de que aparecerá con claridad cuando se retire el velo. Por eso tanto empecinamiento y tanta preocupación.

¿Quién ha negado siempre la existencia de la tortura? ¿Quién se ha negado sistemáticamente a su investigación o a la puesta en marcha de mecanismos de control y prevención? ¿Quién ha procurado su impunidad y condecorado o indultado a los pocos torturadores cuya responsabilidad se ha conseguido probar? ¿Quién se niega hoya su documentación e investigación, recurriendo la decisión el Gobierno de Nafarroa de poner en marcha un estudio con ese objetivo? ¿Qué tienen que ocultar si no es una propia y gravísima responsabilidad política?
Porque no, señora Beltrán, la responsabilidad política no se puede tratar de ocultar tras el peregrino argumento de que "cualquiera puede contar que ha sido torturado", sorprendente paradoja, además, cuando con este absurdo argumento, lo que se pretende es cerrar el paso a una investigación imparcial.

No, señores de UPN y PSN, no se puede seguir echando sal en la herida. No se puede construir una convivencia plena construyendo el reconocimiento de unas víctimas sobre la negación de otras. No se puede seguir negando la existencia de la tortura, no se puede seguir negando a las personas torturadas, ni su derecho a una reparación. No se puede seguir huyendo de la responsabilidad política.
Hoy mismo hemos conocido la última sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que condena al estado español a indemnizar a dos navarros por ser víctimas de un «tratamiento inhumano y degradante» durante su detención. El voto particular de tres magistrados va más allá y afirma que los hechos deben ser considerados como «tortura», y no de «trato inhumano». Sentencia que debiera por lo menos, avergonzar a quien niega esta práctica.

Es la hora de la verdad sobre la tortura. Es la hora de romper el silencio.

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