La pandemia está cambiando el modo de compra de millones de personas y, por primera vez en dos décadas, el cambio, aunque sea temporal, es positivo para el pequeño comercio. Las tiendas de barrio han vuelto a cobrar importancia y muchas personas confinadas, que ya no pueden desplazarse a las grandes superficies, visitan ahora la frutería, carnicería y pescadería de debajo de casa.
Hay un cliente de estas tiendas de barrio que se ha vuelto invisible con la pandemia, y al que estos los comerciantes no dudan en cuidar. Las personas mayores están muy asustadas y muchas no quieren salir de casa, así que nos llaman por teléfono, les preparamos el pedido y se lo subimos a casa.
Era un servicio que estos comerciantes ya ofrecían gratuitamente antes de la pandemia a sus clientes y que utilizaban, sobre todo, en caso de enfermedad, desde neumonías hasta cáncer. Aunque sean mayores, les encanta salir a dar un paseo diario, hacer una pequeña compra en las tiendas de confianza y comprar productos locales. Pero ahora tienen miedo y prefieren llamarnos y que les subamos la compra, y nosotros lo hacemos encantados.
Queremos agradecer a Eli, Armando, y al resto de los trabajadores y trabajadoras de estos comercios, que nos hayan dejado participar y mostrar su día a día durante esta pandemia.
Texto: Gessamí Forner para El Salto