Concentración en Iruñea para denunciar la falta de alternativas y respuesta institucional ante el cierre del Albergue provisional. De nuevo quedarán en calle alrededor de 150 personas. Estamos hartas de parches, improvisación y criterios excluyentes. Seguimos exigiendo medidas urgentes a las Administraciones para poner fin a esta vulneración de derechos y garantizar el derecho a un alojamiento y a unas condiciones de vida dignas todos los días del año para todas las personas.
Queremos recordar que el pasado 14 de marzo de 2023 fue el propio Defensor del Pueblo quien realizó una recomendación al Departamento de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra y al Ayuntamiento de Pamplona, instándoles a que adoptaran medidas para garantizar a las personas que carecen de hogar y se encuentran en la calle el alojamiento y la manutención todo el año, con una dotación de recursos y plazas suficientes.
Vivir y dormir en la calle en cualquier momento del año supone carecer de seguridad, de intimidad, de un espacio propio donde descansar, donde asearse, donde recuperarse emocionalmente de duras experiencias vitales y violencias estructurales. Carencias que sufren también muchas familias alojadas desde Servicios Sociales de Base en hostales y pensiones durante meses, con cambios intermitentes de localización o en situaciones habitacionales incompatibles para el desarrollo psicosocial de menores y adultos (hacinamientos, falta de espacios individuales y estudio, etc.).
No podemos sostener el discurso de garantizar techo solo en ola de frío, o de planes a largo plazo que no parten del reconocimiento como sujetos de derechos desde el primer momento a todas las personas que viven aquí. Debemos empezar a diseñar las políticas sociales basadas en las necesidades reales de las personas. Queremos denunciar las prácticas de contención y expulsión, las Administraciones continúan esperando que las personas desaparezcan, vuelvan a sus lugares de origen o solucionen de manera invisible su situación, cuando esta es causada por una problemática que es estructural. Por eso resulta imprescindible invertir esta lógica, poniendo el foco en la garantía de derechos y no en el desarrollo de laberintos burocráticos que generan barreras en el acceso al sistema de protección de nuevo basadas en la habitualidad y el arraigo.
Está en manos de las instituciones poner los medios para construir una Navarra de acogida, derechos e inclusión, o una Navarra de expulsión, desigualdad y exclusión social.